jueves, 24 de marzo de 2016

Si discriminas, hay tabla

Uno de los temas que más me interesa y preocupa es el de la equidad. Ya sea por sexo, nacionalidad, religión, raza, orientación sexual, gustos, creencias en general, vestimenta, condición física o por cualquier otro motivo, la discriminación es un problema que me provoca una intensa furia demoníaca.

Sé que nadie es perfecto y todos podemos caer en el error, incluso sin darnos cuenta, pero es importante que seamos conscientes de nuestras actitudes hacia los demás para no dañarlos con prejuicios. Una regla básica en todas las escuelas del universo (bueno, no me consta, nunca he viajado tan lejos) es: no le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan. Pero pareciera que nos convertimos en adultos y esas lecciones de la infancia se borran de nuestra memoria (junto con las tablas de multiplicar).

En las primarias de México también se repite hasta el cansancio la icónica frase de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Que vale para lo mismo, pero igual pareciera que nos entró por una oreja y se salió volando por la otra (aunque no culpo a nadie; de pequeña yo tampoco entendí muy bien a qué se refería).

Me parece importante aclarar que en ningún momento pretendo decir que todos deberíamos opinar lo mismo acerca de todo para así no discutir jamás y poder tomarnos todos felizmente de las manos bajo un arcoíris. No, no. Cada quien tiene derecho de pensar lo que se le antoje, y está bien. Está bien que tal idea o tal moda te molesten y no simpatices con ellas, pero existe una abismal diferencia entre no querer pertenecer a algo y violentar a quienes sí pertenecen a ese algo.

Esta preocupación por detener los ataques malintencionados hacia las minorías es lo que me motivó a iniciar este proyecto. No pretendo organizar  un movimiento de proporciones titánicas que abarque a todas las personas discriminadas en la Tierra, pero sí creo que puedo poner de mi parte para un grupo de individuos al que pertenezco y que no suele ser defendido en los medios de comunicación: la comunidad alternativa (llámense rockeros, metaleros, góticos, punks, otakus y demás criaturas) (obviamente lo de “criaturas” va con cariño e ironía, pero lo aclaro por si las moscas).

Por último, quiero invitarlos a compartir esta entrada – y las siguientes publicadas cada semana– con sus conocidos o con quien consideren necesario. No lo digo porque tenga delirios de querer volverme popular, sino porque lo ideal es que esta postura anti-discriminación llegue a la mayor cantidad de humanos posible. Es más, si no quieren compartir mi contenido porque en secreto creen que tengo piojitos y me odian (tampoco se vale hacer menos a los que cargan piojos, ¿eh?), está bien, pero si consideran que es urgente que el mundo deje de ser tan prejuicioso, hablen, por favor.

Hablen, hablen, canten, escriban, compartan, hablen. Que si bien podemos llegar a pensar que nuestros esfuerzos son pequeñitos, de a muchos esfuercitos podemos lograr un esfuerzote que haga la diferencia.


En palabras de los sabios Simpson:

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