jueves, 2 de julio de 2015

Vive y deja vestir

El otro día, cuando encendí el televisor, estaba uno de esos tantos programas de cambio de look que existen. Le dejé ahí porque me gustan la ropa, los zapatos y el maquillaje como a tantos otros. No voy a mentir, sí hay algunas personas en el mundo a quienes les vendría bien una asesoría de imagen. Pero para mí no es cuestión del estilo que se elija como tal; quien se viste bien, se viste bien. Estoy totalmente de acuerdo con romper las reglas estéticas, siempre y cuando se conozcan primero para saber cómo adaptarlas.

Mi desacuerdo con el programa inició cuando presentaron a la chica que propusieron para el cambio de imagen. Se trataba de una mujer gótica con un poco de influencia punk, usaba pantalones holgados con cadenas y playeras con cráneos. No se veía mal ni indecente, pero su “amiga” la inscribió al show porque ella creía que asustaba a la gente al vestirse así y que de esa manera jamás conseguiría un hombre. ¿Qué?

Las transformaciones estéticas me resultan interesantes cuando el transformado lo decide por su cuenta porque ya no se siente cómodo con su apariencia. La gótica era feliz con cómo se veía y tal cual expresó que, en efecto, le gustaba vestirse así porque no quería que cualquiera se le acercara.

Más adelante en el episodio hicieron un experimento en el cual varios desconocidos hablaron a ciegas con ella. Posteriormente, le mostraban a los extraños algunos maniquíes vestidos con diferente ropa para que trataran de adivinar con qué tipo de persona conversaron. Nadie escogió el maniquí gótico porque ninguno imaginó que alguien tan agradable y divertida como ella pudiera verse así. Otra vez, ¿qué?

He visto más episodios de ese mismo programa – y de otros similares – en los que atacan de manera prejuiciosa a las mujeres alternativas, alegando, por ejemplo, que usar botas arriba de la rodilla y con agujetas es de rameras, o que ya deberían superar los ochentas por su bien, qué pena que sus hijos deban verlas así. Incluso vi uno en el que un rockero veterano quería que su novia probara su estilo para experimentar cómo se vería. La mujer estaba escéptica porque creía que ese tipo de ropa – negra, de cuero, con estoperoles – se veía estúpida.

Si estas mujeres no están rompiendo ninguna norma (digo, no salían a la calle desnudas ni fueron a funerales en bikini) y, lo más importante de todo, son felices con cómo se ven ¿por qué deberían de cambiar? No es noticia nueva que la sociedad busca “reintegrar a los alienados” (esto asumiendo que estor programas son una herramienta para homogeneizar la población, lo cual no sería tan descabellado). OK, está bien. Es importante ser parte de la sociedad porque los seres humanos salimos adelante mediante la colectividad, pero cómo decidas vestirte no es problema de nadie. El estilo que portes no compromete tu capacidad de ser un miembro activo y valioso del mundo. Estamos en el siglo XXI, ya deberíamos haberlo aprendido.

Una vez alguien me preguntó si valía la pena soportar críticas y abusos de los demás con tal de verse diferente. Respondí que sí, porque tengo mis razones para hacerlo y, más que nada, porque me hace sentir cómoda y feliz. No aburriré a nadie con mi choro mareador de por qué me gusta tener un estilo alternativo, y no viene al caso, porque cada quien tiene sus motivos y de ellos no depende el problema en cuestión. No importa cómo te veas ni por qué lo decidiste, si alguien no aprueba tu look, tú no deberías cambiar para darles gusto a los demás. Al contrario, ellos son quienes deberían cambiar su cerrada perspectiva.

Y ojo. La discriminación visual no sólo se practica en contra de la comunidad alternativa. ¿Cuántas mujeres no son criticadas diario por no usar tacones, o maquillaje, o por no seguir la última tendencia en moda? En otro programa, la pareja de una chica quería cambiar el estilo de ella porque sus atuendos se veían demasiado relajados, como de universitaria. ¡Pues claro que sí! Si la chica tenía veinti-tantos años.

No todos nos agradan y no le agradaremos a todo el mundo. Si no te gusta cómo se viste alguien, está bien, pero recuerda que no está mal que alguien decida verse diferente a ti. Así como tú estás en tu derecho de odiar otros estilos, los demás están en su derecho de amarlos (y así como tú puedes criticar la apariencia de una persona, es altamente probable que alguien más te esté criticando a ti también).

Los gustos son subjetivos y nuestra apariencia física es sólo una parte de quienes somos en realidad. Así que vistan y dejen vestir.

viernes, 5 de junio de 2015

Lush Cosmetics: Belleza consciente

Por Lilian Pérez “Pandora”


Lush Cosmetics es una marca de cosméticos y artículos de cuidado personal como jabones, humectantes, shampoos, maquillaje, mascarillas, perfumes, “bombas de baño”, entre otros. Lush fue fundada en 1995 en Reino Unido; actualmente cuenta con 6 fábricas en todo el mundo y más de 922 tiendas distribuidas en 52 países, entre ellos México (con sucursales en Santa Fe, Reforma y Satélite). Esta marca es reconocida por su preocupación hacia el bienestar del planeta. Sus productos son vegetarianos, realizados a mano con ingredientes naturales y orgánicos, y ninguno de ellos es probado en animales.

Las oficinas de Lush en el Distrito Federal huelen igual que sus tiendas: delicioso; como a frutas, flores, dulces y a demás olores que te recuerdan a algo que no terminas de identificar con exactitud. Es un ambiente fresco y relajado. Hay frases blancas escritas en algunas paredes negras, simulando un pizarrón, también como en sus sucursales.

Mari Carmen de la Torre es una de los socios fundadores de Lush México quienes invirtieron para traer la marca al país. Este grupo de inversionistas ya conocían los productos de Lush debido a sus viajes al extranjero, y les encantaban, por lo que decidieron emprender la misión de traer la marca al considerar que el mercado mexicano estaba listo para esta propuesta.

Al ser un negocio que empieza, Mari Carmen cumple diversas funciones dentro de la empresa, como el sondeo de marketing, las relaciones públicas, y algunas cuestiones referentes al merchandising y el retail.


¿Cómo fue el proceso de traer la marca al país?

Nosotros nos presentamos con la marca inglesa y les presentamos un plan de negocios de por qué México estaba listo para recibir esta marca, creyendo que México tiene un potencial impresionante en cuanto al crecimiento y no sólo en la venta de los productos. Lush compra sus ingredientes en diferentes países, y estos ingredientes benefician a comunidades pequeñas para tener ciclos cerrados ecológicos.

Entonces también nos interesaba tener una fábrica de productos Lush en la zona para dar trabajo a productores nacionales, utilizar productos del país y que Lush UK en sus fábricas utilizara productos mexicanos también.



¿Cuál es la identidad que busca crear Lush en sus consumidores?

Mira, Lush es una marca que provee muchos beneficios. No sólo los beneficios de verse bien con productos lo más naturales posibles (en muchos de los casos son orgánicos) y con menos conservadores. Casi el 48% de nuestros productos no tienen empaques: 1) para no contaminar y ser reciclables realmente, y 2) para ser sustentables.

 Al mandar todos estos mensajes queremos lograr que los consumidores estén conscientes de lo que están utilizando. Te lo digo por experiencia, nunca había yo leído la lista de ingredientes hasta que empecé con Lush. Cuando me enseñaron en Lush que tú lees una lista de ingredientes y el primer ingrediente es el de mayor contenido, empiezas a darte cuenta de lo que te estás poniendo y utilizando sobre tu piel, sobre tu pelo… Dices “Ah, caray. ¿Cómo?”, y vas dándote cuenta. “¿Y esto qué es? Ah, pues son residuos de petróleo”. Por ejemplo, hay cremas que tienen muchos residuos de petróleo. “O sea, ¿cómo? ¿Me estoy poniendo sobre mi piel residuos de petróleo?”. A largo plazo, a los 40 años, ¿qué le va a hacer a tu piel? En comparación a que yo me aplique una crema hecha a base de papaya, de almendras, limones, kiwi… cosas por el estilo, que son 100% más naturales y benéficas. Esa concientización en el consumo es una de las cosas importantes para Lush.

Un mensaje muy importante que nosotros intentamos también transmitir es la sustentabilidad. ¿Qué hacemos? Si yo voy y compro un perfume marca “equis”,  viene en una caja preciosa, emplayada en un plástico. Yo quito el plástico – que no es reciclable – y lo tiro; quito la caja – que normalmente son cajas grandes con muchos colores, tienen incluso un empaque plastificado o de cartón adentro – y la tiro. Y me quedo con una botella que seguramente es hermosa, con un contenido de 50 mililitros. Entonces tú en el momento en el que estás utilizando este perfume en particular, estás tirando una gran parte de lo que tú pagaste por el perfume, y no estás teniendo una concientización en cuanto a la sustentabilidad. “¿Qué reciclo? ¿Qué no reciclo? ¿Qué puedo evitar en el consumo diario de mis productos?” Si tú usas una barra de shampoo sólido [como las que vende Lush], dejas de utilizar hasta tres frascos de shampoo que, en su gran mayoría, no son reciclables. Y lo que estamos destruyendo con nuestros desperdicios es impresionante.

En Lush tú nos llevas cinco botes negros [los botes negros son de los empaques clásicos de la marca] vacíos y limpios a mi tienda, y te los cambio por una mascarilla. La mascarilla tiene un costo aproximado de $200 que yo te regalo. ¿Por qué? Porque lo que yo quiero es que tú guardes mis botes, los utilices (aquí los utilizamos de maceteros o para los clips), que pienses en tu consumo. No sólo de los productos que te pones sobre la piel, sino ¿qué haces con el embalaje? ¿Cómo estás reciclando aunque sea un poquito?

Los estándares de calidad que necesitamos en Lush cumplen con un ciclo de producción sustentable. Les compramos a pequeñas comunidades a las cuales beneficiamos y les decimos “No me tires el agua; recíclala, utilízala, límpiala, fíltrala. Vuelve a plantar. ¿Para qué? Para que tú como comunidad te beneficies y me vendas a mí en la calidad que yo necesito. Yo te voy a comprar toda tu producción, no te preocupes. Sé sustentable. Te voy a pagar más, porque estamos dentro de la norma de comercio justo y sé que te va a costar más producirme las almendras sin ningún pesticida.”



Otro mensaje muy importante que también queremos que conozcan en México es nuestra campaña permanente “Fighting Animal Testing”. Lush ha luchado desde su inicio en que ningún ingrediente y ningún producto sean probados en animales. La industria cosmética prueba todo en animales, y muchas veces en condiciones muy desagradables para los pobres animales que no tienen ni voz ni voto. En Lush los productos los prueban primero los dueños y luego lo mandan a voluntarios humanos.

Tenemos una crema que se llama “Charity Pot” y con ella hacemos activismo social. Todo lo que se recauda de la venta de “Charity Pot” se da a instituciones, grupos o individuos que están en fomento del desarrollo de los derechos humanos, ecológicos o animales. También hay un premio que se llama “Lush Prize” que se instituyó en UK y que se da a cualquier persona que quiera participar  y que busque alternativas a las pruebas de laboratorio en animales.

Todos estos mensajes los resumiría yo en “concientizar al consumidor”.

Creo que Lush llegó en un buen momento a México porque hace algunos años todavía se tenía más esa mentalidad de que el mundo nos iba a durar para siempre y tal vez la marca no hubiera funcionado bien aquí, pero actualmente ya tenemos un poco más de conciencia acerca del cuidado del planeta. ¿Esto lo consideraron al momento de traer la marca a este país?

Estudiamos el mercado mexicano y vimos que podemos transmitir el mensaje de “verte bien y sentirte bien”. Sabes que lo que te estás poniendo va más allá de ser un producto que te va a hacer bien. ¿Qué más hay atrás? Nuestro mensaje, nuestras campañas de “Fighting Animal Testing”, nuestro comercio sustentable, comercio justo… Todo eso lo estudiamos y vimos que México estaba listo. Y yo creo que el gran reto es decirle “ésta no es una crema cualquiera; es una crema que trae la manteca de cacao de Colombia, que trae la lavanda de Francia, las rosas son de Turquía, porque ahí es donde hemos encontrado pequeñas comunidades sustentables que podemos ayudar a crecer”.

Somos vegetarianos al 100% y el 70% de nuestros productos son veganos. Entonces también nos dimos cuenta que en México hay una tendencia hacia una alimentación más saludable. La gente ya también se fija en lo que come y busca alternativas. Entonces vimos que México también ya está listo para estos productos alternativos.

Curiosamente descubrimos que en México hay muchos hombres que han aprendido a cuidarse y que buscan alternativas incluso más saludables que las mujeres. Lo que pasa es que a las mujeres nos bombardean con tanta publicidad de cosméticos y de todo esto que ya crecemos desde chiquitas pensando en hacernos un lift, y los hombres no. El hombre está buscando una crema y es más selectivo en la crema que se pone. Entonces tenemos muchos hombres que nos buscan.

A grandes rasgos, ¿cómo se realizó este estudio de mercado? ¿Cuáles fueron los factores que tomaron en cuenta para reconocer que México ya estaba listo?

Fuimos a investigar qué marcas ya estaban en el mercado, ¿quiénes están?, ¿quiénes serían nuestra potencial competencia?, ¿cuánto está vendiendo la competencia? y ¿cuáles son los mensajes de esa competencia?

¿Cuántas marcas con nuestros mensajes hay en México?

No pues, ninguna.

Exacto. Más allá de ese estudio vimos cuánta gente hoy, cuántos jóvenes, están buscando alternativas, cuánta gente hay que sabe qué es vegetarianismo y veganismo, cuánta gente está luchando por los derechos de los animales. Ese es nuestro mercado. No sólo los que se van a ver bien, sino los que se quieren sentir bien con un consumo responsable. Ahí fue cuando nosotros tomamos la decisión y nos la jugamos. Nosotros creímos que estaban listos y dijimos “Bueno, no hay manera más que experimentar”. Nosotros creíamos firmemente en Lush y dijimos “Tenemos que lograrlo”. Nuestro reto hoy es transmitir este mensaje y decir “Hay alternativas”.

Toda la ética y los valores de Lush fueron en lo que creímos y en lo que seguimos creyendo. Y lo está demostrando – porque ya tenemos tres tiendas –, que sí, que cuando la gente tiene la opción, busca la opción más saludable.

¿Y cuáles son las herramientas de comunicación que más utilizan para promocionarse?

Utilizamos Facebook, Instagram y Twitter. Y los contactos directos a través de revistas. Nosotros no pagamos publicidad. Cuando tú nos encuentras en una revista son menciones porque la gente nos ha probado; son menciones auténticas. No pagamos publicidad porque si pagásemos publicidad caeríamos en la trampa de que tú no vas a pagar el producto, tú ya vas a pagar el anuncio, el espectacular, la radio, la televisión. No, no. Yo quiero que tú pagues la cantidad correcta y justa por tu producto.



Nada más tenemos los medios sociales para transmitir la información de las tiendas. Si tú vas a una de nuestras tiendas, te platicarán qué es cada producto, qué ingredientes tiene y cuáles son los beneficios. Lo que buscamos es la personalización de la marca. ¿Cómo lo logro? Que tú vayas a mi tienda y te lleves el producto que tú necesitas, no el que yo te quiero vender. Yo seguramente quiero venderte mi crema más cara, pero quizás no es lo que tú necesitas. Lo que me interesa a mí es que la gente que nos consuma sea un agente más; un Lushie, les digo yo. Y tú vas a ser mi embajador de la marca. Yo no necesito contactar a un artista que salga en un anuncio “Yo uso…”, digo, sería mi sueño maravilloso que Eva Longoria dijera “¡Uso mi shampoo…!” porque entonces todo mundo iría a las tiendas a comprar el mismo shampoo (risas). Pero yo no sé si ese shampoo es el que te gusta, el que te sirve a ti. Yo prefiero que tú vayas y escojas el que a ti te sirve y el que necesitas. Entonces tú vas a ser mi embajador por los resultados que viste en ti y por la firme convicción en lo que estás utilizando. Y es más honesto, porque la verdad si tú le pagas a un artista para que diga que usa tus productos, capaz que no le gustan y capaz que no los usa, ¿no? Porque está pagado, no es auténtico. Nuestros mensajes son auténticos y claros.

Si tuviera que definir el modo, el tipo de marketing que utiliza Lush te diría que es emocional y sensorial. La gente entra por nuestro olor, entra porque creen que son cupcakes… Mucha gente dice: “Esto huele a… mi abuelita preparaba una…” Ya sabes, las abuelitas eran muy sabias y creo que siguen siendo muy sabias. Y las abuelitas preparaban sus fórmulas en la casa. Dicen “Yo me hacía una mascarilla de plátano con miel…” y no sé qué. Nosotros las estamos haciendo como las hacían nuestras abuelitas y vamos a evocar en ti un recuerdo, una emoción, una sensación.

Mark Constantine, el creador y dueño de la marca, él crea las esencias, él crea los perfumes. Y él utiliza memorias y vivencias personales o música para crear sus esencias, y éstas se replican en los productos. Por ejemplo, acaba de salir hace poquito un perfume que se llama “Dear John” y él lo creó para su papá; y es a lo que, para él, olía su papá. Son sensaciones que queremos que para ti sean placenteras y que evoquen recuerdos. Es lo que buscamos.

 ¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta Lush en México?

Nuestro mayor reto es llegarle al público, a todos: al que es vegano, al que no es vegano, al que le interesa la parte de los derechos de los animales, y al que no le interesa también. Eso es: cómo transmitirle los mensajes a todo el mundo.

¿Y a usted qué es lo que más le gusta de trabajar en Lush?

La posibilidad de crear y transmitir todo esto en México. Realmente creo que no existe nada en México como lo que es el concepto; el reto de transmitir todos los mensajes; las sorpresas que nos llevamos al darnos cuenta de la aceptación. En cuanto la gente nos descubre, la gente nos quiere. Eso es maravilloso. Eso. Eso es lo que más me gusta. El crear, transmitir y aportar a la sociedad mexicana, al consumidor mexicano… y a mí, porque yo uso todos los productos. Entonces ¿qué te diré? Que ese es uno de los beneficios: que tenemos que probar todo (risas).


Con una propuesta sincera, preocupada por la huella que dejamos en el mundo y envuelta en olores y sensaciones fuera de lo común, Lush es una marca que inspira. Con justa razón es la tienda favorita de los consumidores en Reino Unido según la encuesta Which? de este año, la cual consideró otras 99 marcas del país. ¿Se puede tener un negocio exitoso, que sea amigable con el medio ambiente, con productos efectivos y un excelente servicio al cliente? Sí, y Lush lo demuestra.


Si te interesa conocer más acerca tanto de la ideología de Lush como de sus productos, puedes ingresar a su página web: www.lush.mx




domingo, 8 de marzo de 2015

Pánico! en el Pepsi

Sábado 28 de febrero de 2015. Pepsi Center. 15:00 horas. Temperatura: 32° (según el metrobús). El sol: a toda potencia. Los números de plumón sobre las muñecas de los chavos llegan al 180 y tantos, más los que acabamos de llegar.

Entre los comentarios escuchados en el proceso de amistosidad casual que se genera en las esperas eternas, me entero que hay personas que están ahí desde las 6 de la mañana. Creo escuchar que alguien dijo desde las 5.

Playeras, collares y sudaderas me comprueban que los ahí presentes somos hijos de la adolescencia “emo”: My Chemical Romance, Fall Out Boy, Tokio Hotel. Ahora, a varios de ellos les gusta Bring Me The Horizon y Black Veil Brides.

En su mayoría somos mujeres, y mujeres… ¿cómo nos dicen luego? “Verticalmente desafiadas”. (“¡Sí! Al fin un concierto en el que podré ver algo”, confieso que pensé.) De ambos géneros vamos con vestimentas del negro al rosa – y atravesando toda una gama de colores cabelludos –. Me sentí vieja al caer en cuenta que, al menos en la pequeña muestra en la cual conviví, todos comentaron a qué carrera acaban de entrar o a cuál universidad se quieren ir. Y yo, repensando cómo planeo titularme.

Mientras desplegamos nuestros picnics improvisados con comida de tiendas de autoservicio (ya después recorriendo la fila, hasta el cadáver de un pollo rostizado encontramos), nuestros oídos fueron sorprendidos. De la nada, llegó hasta la fila la voz de Brendon Urie en la prueba de audio: “If you love me let me gooo!”. Todos gritaron y corrieron a pegar las orejas en las puertas de cristal del Pepsi. Esto también nos chismeó que tocarían Vegas Lights. La mayor de las sorpresas fue escuchar el ensayo de Bohemian Rhapsody de Queen. El corazón se me hizo chiquitito.

Después, nosotros nos convertimos en el entretenimiento. A eso de las 5 de la tarde nos pusieron a todos de pie y dieron las indicaciones de “boleto en mano y prohibida la entrada tanto con cámaras como con alimentos”. Nos zambutimos la boca con todo lo que traíamos. Las galletas fueron compartidas y la bolsa de Doritos circuló por todos lados con tal de que ya se acabara.

Y todo para nada, porque igual nos mantuvieron ahí afuera como otra hora más. El hombre detrás del altavoz contenía la risa cada 15 minutos que daba las mismas instrucciones a las que los hartos enfilados contestaban con un desesperado “¡Ya lo sabemooos!”.

El personal de seguridad en el acceso tampoco quiso quedarse atrás, así que les parecía gracioso acercarse a las puertas como si ya las fueran a abrir, para después alejarse y decirnos que “aún no” con el dedo. No supimos si reír o llorar, pero le echamos porras al poli para ver si accedía a liberarnos de nuestro sufrimiento.

La felicidad finalmente llegó como a las 6:15. En la entrada, un par de altísimas y delgadas edecanes regalaron bolsitas de Doritos Nacho. A mí me pareció un truco para que nos diera más sed de la que ya traíamos para terminar comprando algo de beber ahí dentro… porque eso fue exactamente lo que sucedió más tarde.

De manera casi imperceptible, la masa de humanitos se fue compactando cada vez más y más. Sin notarlo, ya estábamos todos pegados, acalorados y como dos metros más cerca del escenario.

Desde la primera fila apareció un globo azul para distraer la ansiosa desesperación de los apretujados. Después, brotó otro par de globos. Fue uno de esos extraños momentos de comunión entre desconocidos en el que las demandas de las personas de atrás – exigiendo que les aventaran el globo para allá – provocaron risas colectivas.

Cuando a eso de las 7 y algo salió La Vida Bohème a telonear, el ambiente se animó más, al principio como para seguirle la corriente al eufórico vocalista y guitarro principal. Debo confesar que han sido pocas las veces en las cuales una banda que abre me ha impactado (digo, me tocó ver a Moderatto en 2010 con Bon Jovi), pero en esta ocasión resultó totalmente acertada la elección de teloneros. La marea de General A terminó saltando y – según nosotros – coreando al ritmo de su prendido Indie Rock. La Vida Bohème llegó en un “¿cómo dicen que se llaman?” y se retiró con la impresión de “no pues sí están chidos, ¿eh?”.

Dentro del vaso mezclador se agregó el licor de la desesperación por ver a los ídolos de la pubertad más el jugo de la emoción rítmica acrecentada por La Vida Bohème. El resultado fue un cóctel de empujones masivos (provenientes, creímos, de aquellos que no llegaron temprano y buscaron acercarse más al escenario así, a la viva México). Y la flama que terminó por encender el tan anhelado trago, fue el momento en el que se apagaron las luces y entró Panic! at the Disco con Vegas Lights.

Los saltos, los alaridos y la emoción (de todos y mía) fueron abrumadores. Luché entre empujones y brazos que volaban para poder contemplar al fin tan cerca a el amor de mi vida mi músico favorito, Brendon Urie. Pero no todo pudo ser miel sobre hojuelas. Nunca me habían masacrado tanto en un concierto, ni siquiera cuando me aferré con mi vida a la valla para ver a Anthrax de frente. Todavía en Time to Dance y The Ballad of Mona Lisa no podía ver, ni cantar, ni respirar, ni sentir bien fijo el suelo bajo mis pies. Con todo el dolor de mi corazón decidí replegarme hacia un lugar en el cual el ímpetu de los más jóvenes no me sacara a golpes el aire de los pulmones.

Llegué a un lugar seguro justo a tiempo para The Only Difference Between Martyrdom is Press Coverage: la primera canción de su primer álbum, en la cual prometieron sacudirnos mientras prometiéramos escucharlos. Después, Let’s Kill Tonight reafirmó mi agradecimiento hacia mis pies que me sirvieron bien al salir de ese infierno en el cual me encontraba al inicio del show. (Si disculpan mis malas bromas de fan, o hasta les parecen simpáticas, me harán la niña más feliz del mundo.) Una gloriosa mujer que vendía refrescos apareció frente a mí como enviada por ángeles. Le compré un vaso de a litro de Fanta y no supe en qué momento se terminó.

Panic! nunca deja en el olvido a alguno de sus bebés; hubo representantes de sus cuatro discos. Girls/Girls/Boys, del más nuevo Too Weird to Live, Too Rare to Die!; Ready To Go (Get Me Ouf My Mind) de Vices & Virtues; Nicotine, igual del más reciente; New Perspective de la banda sonora de la película Jennifer’s Body (película que ni vi, pero canción que me marcó con profunda profundidad); But It’s Better If You Do de A Fever You Can’t Sweat Out… Viéndolo en retrospectiva, de Pretty. Odd. sólo tocaron Nine In The Afternoon. Tal vez les traiga malos recuerdos de esa época en la que Panic! se vio dividido en dos y el futuro de la agrupación se percibía incierto.

Casual Affair fue la menos coreada y se sintió como un brevísimo descanso a mitad de concierto. En Miss Jackson, cerca del final, hicieron su típica pausa dramática para que Brendon realizara su esperado mortal hacia atrás. “¿Crees que alguna vez no haya aterrizado bien haciendo eso?”, le preguntó la mujer junto a mí a su pareja. “Supongo que sí”, contestó él. “Espero que no”, pensé yo.

“Is this the real life, is this just fantasy?”; el corazón se me volvió a hacer todavía más chiquito. Bohemian Rhapsody es de esas canciones que todo mundo conoce aunque ni sepan cómo se llama, y que a todos les llega. Panic! tiene el hábito de tocar covers de Rock clásico en sus presentaciones, cualidad que a mis ojos los hace ver todavía más perfectos. La verdad, yo no esperaba que fueran a tocar la Rapsodia (claro, eso antes de escucharla en la prueba de sonido), pero en cuanto empezó le marqué a mi papá, el público tuvo un instante muy emotivo, y no le colgué hasta el último “Anyway the wind blows”. Mi papá es admirador de Queen, y si no fuera por su melomanía, probablemente yo no hubiera estado ahí en ese momento.

Para no darle tregua a nuestras emociones, siguieron con Lying Is The Most Fun a Girl Can Have Without Taking Her Clothes Off. Nuestros adolescentes corazones latieron rápido, rápido. Brendon es una persona de pocas palabras, al menos en concierto. Sólo alguna que otra vez se detuvo para agradecer nuestra presencia y enloquecido apoyo. Pero no hubo recompensa más cálida que ver su sonrisa cada vez que le prestó el micrófono al público y que el Pepsi le respondió cantando a la perfección sus canciones.

Siguió la romántica Collar Full (puse a mi novio al teléfono, insegura de si reconocería de qué canción se trataba) y “terminaron” con la última canción de su tercer disco: Nearly Witches (Ever Since We Met…), una de esas canciones que no a muchos emociona pero que a mí encanta por su concepto. Panic! salió del escenario, pero sabíamos que esto aún no terminaba porque: 1) No podían irse sin dar las gracias, o sea y 2) ¡falta el “hitazo”!

Las cosas se hacen en orden, por favor. Regresaron con la primera canción de su cuarto disco. “This is gospel for the fallen ones locked away in permanent slumber”. Todo un emotivo himno entre sus seguidores. A mí esa canción me arranca lágrimas y pude ver que, al menos, a la chica junto a mi lado, también.

Brendon volvió a dirigirse a nosotros para decir que no tenían planeado tocar lo que iban a tocar a continuación, pero que alguien les aventó esa playera y no pudieron evitarlo. Mostró a la audiencia una playera gris con letras negras que decía “Positive Hardcore Saturday” (hay que recordar que ese 28 fue sábado). “Ohportodosloscielos, ¡Síii!”, pensé (¿o grité?). “Positive Hardcore Thursday” es una broma de Brendon en Vine, en la cual los jueves declama bellos mensajes positivos con una agresiva voz gutural. No puedo plasmar en palabras la infinita alegría que me causó escuchar a mi grupo favorito interpretar mi género predilecto. Si escuchar a Panic! tocar Metal – y Metal del pesado – con Brendon cantando al estilo gutural de Philip Labonte de All That Remains, no te hace reconocer lo talentosos y polifacéticos que son estos muchachos, nada lo hará.

Y ahora sí, a terminar con el éxito que puso a Panic! en el mapa: I Write Sins Not Tragedies. Está de sobra decir que todo el recinto se sabía de memoria la letra, y que muchos de nosotros interpretamos la historia que narra, con declamaciones corporales y todo, al igual que Brendon. Fue como un viaje en el tiempo que no deseaba ver concluido.

Fue tan rápido y mi cerebro aún no asimilaba la experiencia. Eran las 9:30. Me alejé un poco del tumulto para hablarle por teléfono a mi familia. Les había dicho que pasaran a recogerme a las 10 y –lamentablemente – todo terminó antes de lo esperado. Contestó mi hermano: “¿Pues cuánto tiempo tocaron? ¿20 minutos?”, dijo con sarcasmo. “Casi. Tocaron hora y media. Yo quería que durara tres semanas”, le contesté.


Y así fue como me tomó una semana y un día redactar la crónica del concierto al que siempre soñé con asistir y al que sentí nunca le haría justicia con mis palabras.

jueves, 5 de marzo de 2015

Saca la mata

Ahora el festival de Metal mexicano en el que tu cabello es el boleto de entrada llega a Colombia con el nombre de 4 Extraños Fest. Aquí, el Hairfest apoya a los pequeñitos de Casa de La Amistad para Niños con Cáncer; allá, hará lo suyo para las mujeres de la Fundación Simmon.

Desde Brasil hasta Polonia, el Hairfest ha sido motivo de admiración. Y cuando no se escuchan más que malas noticias que pintan aún más profundo el agujero en el cual se encuentra el país, motiva saber que una noble iniciativa mexicana ha impactado – y lo sigue haciendo – en diversas partes del mundo.

El festival organizado por Ogilvy & Mather se ha ofrecido a cumplir su peludo objetivo en otros países debido a su rotundo éxito. La primera edición del Hairfest se llevó a cabo el 12 de abril del año pasado. Todavía no cumple ni un año de existir y ya es la idea más premiada de México en festivales de comunicación internacionales de 2014, y quizá en toda la historia de nuestro país. Tanto en el London International Awards como en el festival de creatividad de Cannes se reconoció que si de algo no carecemos los mexicanos, es de inventiva y buen corazón.

Sin duda alguna este acontecimiento también ha sido una prueba fehaciente de que esta subcultura está compuesta por personas igual de humanas que cualquiera, y no por puros satánicos-sacrifica-cabras – como a algunos les gusta creer –.

Es una verdadera lástima que esta noticia no reciba el seguimiento mediático que merece. Sí, en su momento las televisoras mexicanas dedicaron algunos segundos de su programación a este evento, el primero en su tipo en el mundo. Pero después, nada.

Bueno, ¿qué podía esperarse en un país en el cual se retrata a los metaleros (o cualquier tipo de persona diferente) como lo peor que pudo sucederle a sus padres? ¿No han visto esos episodios de La Rosa de Guadalupe? Son una joya.


Encore


Le mandamos todas las buenas vibras del mundo a Bruce Dickinson en su tratamiento contra el cáncer. Gracias a Eddie que fue descubierto a tiempo.

domingo, 22 de febrero de 2015

Extrañas en tierra de extraños

Hace pocos días, la productora de conciertos Dilemma MX anunció que el grupo japonés BABYMETAL visitaría México este 9 de mayo. Ya tiene rato desde que la empresa ha dedicado parte de su tiempo a traer artistas que no son rockeros ni metaleros – ahora les ha dado por presentar grupos de K-pop –. Y, aunque con toda facilidad se puede encontrar que Dilemma se define a sí misma como enfocada a traer conciertos ALTERNATIVOS, nunca faltan quienes se molestan porque “¿Y esos chinos qué? Ni quién los conozca”.

Para la mala fortuna del grupo, BABYMETAL cuenta con todas las cosas que le molestan a los “metaleros de corazón”: son un grupo comercial de niñas asiáticas que bailan y cantan Metal. Sin duda es una propuesta muy fuera de lo común, pero vamos, si de algo tienen fama los japoneses es de innovar con las creaciones más inesperadas. Por ejemplo, tenemos a Versailles que toca una especie de Power Metal sinfónico engalanado en extravagantes trajes victorianos; Hizaki, uno de sus guitarros, incluso personifica a una mujer.

 Japón tal vez recurra a estas manifestaciones de originalidad con la finalidad de vender, o tal vez no. En este momento lo que nos atañe es la intolerancia de la escena metalera hacia un grupo que ni va a marcar el estándar para el futuro de la música pesada y, como siempre, se tiene la opción de no escucharlos si no te laten. Me parece una incongruencia ontológica que a un movimiento de vida alternativo le dé por hacer un llamado de “¡Atrévete a ser diferente!... Pero tampoco te pases”.

Otra de las quejas que surgió fue “¿Y por qué están tan caros los boletos?”. La verdad, sí es un precio elevado para un concierto en el Circo Volador, uno de los lugares predilectos para ir a  ver bandas escandinavas en unos $500. Pero no es del todo irracional cuando consideras que no sólo irías a verlas cantar; irías a ver una producción con efectos, su banda y hasta el grupo de bailarines, y hay que pagarles a todos. (Lo que sí es extraño es que Dilemma siempre ha manejado su boletaje con Ticketmaster y para este evento está con Superboletos.)

Razones para amarlas u odiarlas; BABYMETAL sin duda hizo de las suyas para darse a conocer en todo el mundo. Y la verdad es que siempre resulta interesante ver con qué nos salen ahora las hiperactivas mentes musicales de oriente.

lunes, 5 de enero de 2015

¿La culpa es de Barbie?

La preponderancia de la belleza externa sobre el valor interno ha sido una constante en la sociedad, sobretodo aplicada a la mujer. Diversos factores la provocan: la predominancia del sistema patriarcal, las tradiciones machistas, la supuesta concepción del sexo débil y la imagen del ama de casa perfecta.
Se han buscado las causas que instauran esta cosificación inconsciente en las mujeres desde pequeñas, y recientemente los principales acusados son los cuentos de princesas – más que nada los de Disney – y los juguetes – más que nada las muñecas Barbie –.
Se alude a la irreal figura de sus cuerpos de incitar en las niñas el ideal de tener esa anatomía para ser como sus ídolos. Pero, ¿es culpa de las caricaturas – cuya esencia  es la representación deformada de la realidad – o de que las niñas no hayan desarrollado la habilidad para diferenciar entre lo fantasioso y lo real?
Es cierto que estos modelos a seguir pueden causar fuertes desviaciones. Está el caso de la ucraniana Valeria Lukyanova, una de las varias mujeres que se han sometido a numerosas cirugías cosméticas para asemejarse lo más posible a Barbie. Incluso este fenómeno ha llegado a los hombres, donde el estadounidense Justin Jedlica  también ha modificado su exterior para asemejarse al novio de Barbie, Ken. En casos menos extremos, hay niñas que se convierten en adolescentes que ven el matrimonio como el “final” feliz de sus vidas y que se tiñen el cabello de rubio porque es el estándar de belleza que miran en las revistas (es un hecho sorprendente que en México, siete de cada diez personas se pintan el cabello rubio [La Jornada / 5 de mayo de 2014]).
Crecer con películas de princesas románticas y muñecas delgadas es de lo más común, por lo tanto, este no puede ser el motivo principal del descontento de algunas mujeres con su cuerpo. Si fuera tan inevitable para una niña diferenciar un juguete de plástico de su propio cuerpo, entonces debería haber más casos de niños accidentados por creer que ellos y el Superman que ven en la televisión poseen las mismas habilidades.
En una entrevista a niños de segundo grado de la escuela St. Edmund’s en Pittsburgh, Pennsylvania, se les presentó a Lammily, la nueva “Barbie normal”, creada por Nickolay Lamm con el objetivo de demostrar que el cuerpo de la mujer promedio es bello. Los pequeños comentaron que la muñeca les recordaba a las mujeres de sus familias, y reconocieron que su cuerpo era por mucho más parecido a uno real comparado con el de Barbie, con la cual todas las niñas admitieron jugar.
Culpar a las muñecas o a las princesas por el concepto erróneo que tienen algunas mujeres con respecto a su imagen es querer atacar el problema de forma superficial. Es como culpar al refresco por la obesidad; es muy fácil señalar a un tercero como la causa e ignorar la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros con el problema.

La verdadera solución a largo plazo – como siempre y en todo – es una educación integral fundamentada en valores. No importa cuántos ni cuáles estereotipos existan en el mundo, cuando una niña es formada para tener un criterio propio basado en el respeto hacia los demás y hacia sí mismo, ni todas las Barbies del mundo la harán sentirse menos hermosa.