lunes, 5 de enero de 2015

¿La culpa es de Barbie?

La preponderancia de la belleza externa sobre el valor interno ha sido una constante en la sociedad, sobretodo aplicada a la mujer. Diversos factores la provocan: la predominancia del sistema patriarcal, las tradiciones machistas, la supuesta concepción del sexo débil y la imagen del ama de casa perfecta.
Se han buscado las causas que instauran esta cosificación inconsciente en las mujeres desde pequeñas, y recientemente los principales acusados son los cuentos de princesas – más que nada los de Disney – y los juguetes – más que nada las muñecas Barbie –.
Se alude a la irreal figura de sus cuerpos de incitar en las niñas el ideal de tener esa anatomía para ser como sus ídolos. Pero, ¿es culpa de las caricaturas – cuya esencia  es la representación deformada de la realidad – o de que las niñas no hayan desarrollado la habilidad para diferenciar entre lo fantasioso y lo real?
Es cierto que estos modelos a seguir pueden causar fuertes desviaciones. Está el caso de la ucraniana Valeria Lukyanova, una de las varias mujeres que se han sometido a numerosas cirugías cosméticas para asemejarse lo más posible a Barbie. Incluso este fenómeno ha llegado a los hombres, donde el estadounidense Justin Jedlica  también ha modificado su exterior para asemejarse al novio de Barbie, Ken. En casos menos extremos, hay niñas que se convierten en adolescentes que ven el matrimonio como el “final” feliz de sus vidas y que se tiñen el cabello de rubio porque es el estándar de belleza que miran en las revistas (es un hecho sorprendente que en México, siete de cada diez personas se pintan el cabello rubio [La Jornada / 5 de mayo de 2014]).
Crecer con películas de princesas románticas y muñecas delgadas es de lo más común, por lo tanto, este no puede ser el motivo principal del descontento de algunas mujeres con su cuerpo. Si fuera tan inevitable para una niña diferenciar un juguete de plástico de su propio cuerpo, entonces debería haber más casos de niños accidentados por creer que ellos y el Superman que ven en la televisión poseen las mismas habilidades.
En una entrevista a niños de segundo grado de la escuela St. Edmund’s en Pittsburgh, Pennsylvania, se les presentó a Lammily, la nueva “Barbie normal”, creada por Nickolay Lamm con el objetivo de demostrar que el cuerpo de la mujer promedio es bello. Los pequeños comentaron que la muñeca les recordaba a las mujeres de sus familias, y reconocieron que su cuerpo era por mucho más parecido a uno real comparado con el de Barbie, con la cual todas las niñas admitieron jugar.
Culpar a las muñecas o a las princesas por el concepto erróneo que tienen algunas mujeres con respecto a su imagen es querer atacar el problema de forma superficial. Es como culpar al refresco por la obesidad; es muy fácil señalar a un tercero como la causa e ignorar la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros con el problema.

La verdadera solución a largo plazo – como siempre y en todo – es una educación integral fundamentada en valores. No importa cuántos ni cuáles estereotipos existan en el mundo, cuando una niña es formada para tener un criterio propio basado en el respeto hacia los demás y hacia sí mismo, ni todas las Barbies del mundo la harán sentirse menos hermosa.