Debido al mar de problemas que nos ahoga a todos a veces me da por pensar
que algunas de las causas por las cuales lucho no presentan tanta urgencia en
comparación con otras. Por ejemplo, en perspectiva los metaleros y demás
individuos afines no sufren tanto como, no sé, las mujeres en Medio Oriente.
¿Me entienden?
Sé que no soy la única que ha de tener estos
pensamientos, pero por lo que observo en Internet es más común que la gente
haga menos las preocupaciones de las demás personas a las suyas. Es cierto que
hay problemas más graves y apremiantes a escala global, pero ¿tiene sentido
enfocarte más en descalificar las causas diferentes a las tuyas en lugar de
utilizar ese esfuerzo en apoyar a una lucha con la cual sí te identifiques? Yo
creo que no.
Debemos reconocer que la cantidad de problemáticas mundiales nos sobrepasa y es imposible que
TODOS resolvamos TODO al mismo tiempo. La división del trabajo es más
efectiva (y psicológicamente menos abrumadora). Además, no se trata de competir por ver quién defiende el estandarte más
valioso porque eso implicaría poner la vida de unos sobre la de otros. Y no
importa que tan grande, pequeño, notorio o marginal sea un grupo, siempre que una
comunidad sufra injustamente merecerá atención. No todos los granitos de arena
deben ir en la misma cubeta para hacer de éste un mundo mejor.
También considero que quejarse de los que se
quejan es una pérdida de tiempo (y yo aquí quejándome de los que se quejan de
los que se quejan, jua jua). Muchas veces refunfuñan porque los señalan de ser
puro ruido y pocas nueces. Primero, si no te consta lo que alguien hace en su
día a día, no puedes juzgarlo por anticipado de inútil. Segundo, creo que la
humanidad está en un proceso de despertar crítico en el cual el sólo hecho de
que muchos más que antes empiecen a sentir necesario quejarse de lo que está
mal – aunque sea sólo en redes sociales o con sus vecinos – es un gran avance.
Indígnate de Stéphane Hessel es un libro que
sostiene que indignarse es el primer
paso, y uno de los más importantes, para romper con la indiferencia y comenzar
el cambio. Además de que los grandes cambios no suceden de la noche a la
mañana.
Hablando de, es menester identificar que ser
crítico y ser criticón no son sinónimos. No es lo mismo quejarse del “hoy no
circula” porque me molesta ir con gente sudada en el camión a quejarse de él
porque diversos expertos medioambientales consideran que esta medida sólo
acaricia por encimita el problema de la contaminación. A diferencia de ser criticón, ser crítico es tener fundamentos
encaminados hacia una solución y no sólo a ventilar el coraje.
En fin, a grandes rasgos eso es lo que me pareció
importante decir en esta madeja actual enmarañada de maestros, feministas,
vegetarianos y demás movimientos, todos igual de válidos con aciertos y
desaciertos.
No sé cómo terminar esto así que… respetemos,
seamos críticos, reciclemos y comamos frutas y verduras.
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