viernes, 8 de julio de 2016

Preponderancias: breve reflexión



Debido al mar de problemas que nos ahoga a todos a veces me da por pensar que algunas de las causas por las cuales lucho no presentan tanta urgencia en comparación con otras. Por ejemplo, en perspectiva los metaleros y demás individuos afines no sufren tanto como, no sé, las mujeres en Medio Oriente. ¿Me entienden?

Sé que no soy la única que ha de tener estos pensamientos, pero por lo que observo en Internet es más común que la gente haga menos las preocupaciones de las demás personas a las suyas. Es cierto que hay problemas más graves y apremiantes a escala global, pero ¿tiene sentido enfocarte más en descalificar las causas diferentes a las tuyas en lugar de utilizar ese esfuerzo en apoyar a una lucha con la cual sí te identifiques? Yo creo que no.

Debemos reconocer que la cantidad de problemáticas mundiales nos sobrepasa y es imposible que TODOS resolvamos TODO al mismo tiempo. La división del trabajo es más efectiva (y psicológicamente menos abrumadora). Además, no se trata de competir por ver quién defiende el estandarte más valioso porque eso implicaría poner la vida de unos sobre la de otros. Y no importa que tan grande, pequeño, notorio o marginal sea un grupo, siempre que una comunidad sufra injustamente merecerá atención. No todos los granitos de arena deben ir en la misma cubeta para hacer de éste un mundo mejor.

También considero que quejarse de los que se quejan es una pérdida de tiempo (y yo aquí quejándome de los que se quejan de los que se quejan, jua jua). Muchas veces refunfuñan porque los señalan de ser puro ruido y pocas nueces. Primero, si no te consta lo que alguien hace en su día a día, no puedes juzgarlo por anticipado de inútil. Segundo, creo que la humanidad está en un proceso de despertar crítico en el cual el sólo hecho de que muchos más que antes empiecen a sentir necesario quejarse de lo que está mal – aunque sea sólo en redes sociales o con sus vecinos – es un gran avance.

Indígnate de Stéphane Hessel es un libro que sostiene que indignarse es el primer paso, y uno de los más importantes, para romper con la indiferencia y comenzar el cambio. Además de que los grandes cambios no suceden de la noche a la mañana.

Hablando de, es menester identificar que ser crítico y ser criticón no son sinónimos. No es lo mismo quejarse del “hoy no circula” porque me molesta ir con gente sudada en el camión a quejarse de él porque diversos expertos medioambientales consideran que esta medida sólo acaricia por encimita el problema de la contaminación. A diferencia de ser criticón, ser crítico es tener fundamentos encaminados hacia una solución y no sólo a ventilar el coraje.

En fin, a grandes rasgos eso es lo que me pareció importante decir en esta madeja actual enmarañada de maestros, feministas, vegetarianos y demás movimientos, todos igual de válidos con aciertos y desaciertos.

No sé cómo terminar esto así que… respetemos, seamos críticos, reciclemos y comamos frutas y verduras.

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