(Esta entrevista ya es un poquillo vieja, pero yo la sigo queriendo mucho. :V)
Confesiones
con alto voltaje
Entrevista
con Diego, guitarrista de Voltax
¿Quién dice que los sueños
no se cumplen? Es más, aun cuando el camino no se tiene claro, la meta llega a
divisarse en la distancia. Ésta es la historia de Voltax, pero en específico de
Diego Magdaleno, un joven músico de 24 años de edad cuya receta de unos kilos
de esfuerzo más una dosis de realidad le ha permitido tanto a él como a su
banda hornearse un estofado de éxitos.
La presente entrevista tuvo
lugar durante el En Cueros Heavy’s Fest el pasado sábado 13 de octubre en la
Prepa Fresno. A escasos minutos de mi llegada al evento alcancé a distinguir a
Diego a lo lejos. De espaldas, su cabellera rizada y su chaleco negro de piel
con el logo de Satan lo delataron enseguida. Se encontraba acomodando la
mercancía oficial de Voltax, dispuesta a venderse sobre una pequeña mesa roja.
Me acerqué con el pretexto
de comprarle una playera. Ah, claro, y para sonsacarle una entrevista también. Para
atenderme tuvo que dejar a Mario, bataco de Voltax, a cargo del puestecito. “Es
que me van a hacer una entrevista. Y a todo le voy a contestar con
‘básicamente’”, bromeó Diego. “Es que a éste lo entrevistan y a todo contesta
con ‘básicamente’”.
Tuvimos que refugiarnos del
escándalo en una bodega en la cual todas las bandas estaban guardando su equipo
y sus instrumentos. Se trataba de un lugar pequeño, iluminado con una luz ámbar
que se depositaba sobre la pintura ya desgastada de las paredes.
A nuestro alrededor se
encontraban cajas y cajas, bolsas y bolsas que escondían infinidad de
instrumentos. No faltaron las ocasiones en las que alguien se metía a buscar
algo y, al ver que nos encontrábamos en plena entrevista, pedían permiso y que,
por favor, siguiéramos como si nada.
Así como ya has estado en el Vive
Latino, abriéndole a Metallica, y sobre todo por presentarte en el Wacken,
¿alguna vez imaginaste alcanzar esos logros? Y en relativamente poco tiempo.
Honestamente, no. Nunca lo
imaginé. Llegar a los eventos que ya mencionaste, que creo son los significativos,
no me lo imaginaba porque en realidad no era mi meta al principio. Todo ha sido
como un progreso muy natural; paso a paso. Conforme creció la banda fue cuando
ya imaginábamos ese tipo de escenarios, pero de ahí en fuera, cuando empezamos
esto, yo no me lo imaginaba.
O sea que cuando empezaron la banda,
¿cuál era su visión?
Yo entré un año después de
que se fundó Voltax. Cuando estaban promocionando su primer disco fue cuando yo
entré. Lo que estaban buscando era primero consolidarse; darse a conocer y empezar
a tocar donde fuera. Entonces estábamos en esa etapa de iniciar y e ir a dónde
nos invitaran, donde nosotros pudiéramos tocar. No teníamos nada planeado.
¿Qué fue lo que te inspiró a dedicarte a
ser músico?
Supongo que la misma música.
Como cuando estás chavito, que escuchas a tus grandes ídolos y dices “yo quiero
ser como ellos”. Entonces esencialmente por ahí empezó esa “arañita”, de estar
en un escenario, de querer transmitir esos sentimientos, esas energías. Primero
fue como un hobby; después, de medir mis capacidades; y en Voltax fue cuando yo
dije “Esto es para mí. Esto es lo que me gusta y si no lo tuviera, estaría
incompleto”.
Después poder ver que puedes
llegar a tener gente que te sigue, que tu música le gusta a otras personas, eso
fue lo que en segunda instancia me dijo “Esto es lo tuyo”.
Antes de dedicarte a la música, ¿estabas
estudiando otra cosa?
Sí, de hecho acabo de
terminar la carrera de Relaciones Internacionales, que es otra cuestión mía que
me gusta bastante, pero es cero compatible. Pero eso no significa que la música
sea algo secundario para mí. Para mí esto, al igual que mi carrera, son lo
principal. No es nada más para echar relajo y por las chelas gratis. (Risas)
Con
una mirada directa fija, pero al mismo tiempo relajada, Diego contesta las
preguntas sin dificultad, logrando que la conversación se perciba amistosa y
muy amena.
Y dejando un poco de lado tu carrera,
¿qué es lo que te gusta; lo que te apasiona?
Me interesan mucho los temas
sociales, por ejemplo ¿qué tiene que ver la vida social con la economía, con la
política, con la música…? A mí me gusta mucho escuchar bandas de metal que, por
ejemplo, sean de Rusia o de Hungría, y
te das cuenta que tienen un sonido muy diferente a las bandas gringas o
canadienses por el contexto. Me gusta mucho eso; ir más allá de ¿pero por qué
suenan así? ¿Qué tenían a su alrededor, dónde crecieron?
Con esto que dices, ¿tú crees que Voltax
refleja en sus canciones un poco de lo que se está viviendo en México?
Eso te lo podría responder
con algo que nos pasó. Fuimos a tocar en Chicago e hicimos unos grandes amigos
que también tocaron en el festival. Y bueno, el güey dijo “No mames, qué súper
banda son. Qué chingón. Me encantaron, qué súper show.” Yo les dije, así medio borracho, “Güey, si fuéramos güeros,
ya seríamos bien pinches famosos. Y si viviéramos en Alemania, pues mejor.
Tendríamos más fama”. Y contestando a tu pregunta, la chava de este carnal nos
dice “Es que si fueran de otro país, no sonarían como suenan”. Entonces ahí
está todo. Voltax suena como suena porque es de México.
Ahora cuéntanos, ¿cómo fue su experiencia
cuando participaron en el W:O:A Battle Mexico para ganarse una presentación en
el Wacken?
En lo personal yo no creo en
los concursos. Pero ésta vez tuvieron buen poder de convencimiento; sobre todo Jerry,
nuestro vocalista, que dijo “¿pues por qué no nos aventamos?”
Ya estudiando un poco el
caso de Split Heaven, que ganaron y fueron los primeros mexicanos en estar en
el Wacken tocando, dijimos “pues no hay nada que perder y mucho que ganar”.
Entonces platicamos los pros y los contras, y ya me convencí. Dije “Vamos a
tocar y no por la competencia y sin importar quién está o no está, vamos a
hacer un show y a ver qué sale. Si pasa algo, pues bienvenido; y si no, también”.
Y salió bien, el ambiente salió bien.
Y de manera personal, ¿cómo fue tu
experiencia ya en el Wacken?
Pues de entrada pensé “La promoción
va a ser muy cabrona” y ya ahí dije “Qué chingón es el escenario en el que
vamos a estar parados”. Digo, aunque son cuatro escenarios, los cuatro son de
primer nivel. Con un sonido… No iba a ser de qué “es que se tronó algo, es que
esto no sonó…” (Risas) Eso fue algo que me emocionó; que iba a ser perfecto.
Eso fue otra cosa que también nos dio más confianza.
Que claro que íbamos
nerviosos. Nerviosos cuando íbamos a subir al escenario, pero ya que estábamos
arribita, a punto de empezar, se borró todo…
De
repente, se asomó intempestivamente la cabeza de Mario a través de la puerta.
“¿Qué?
¿De qué hablan?”, preguntó Mario.
“Del
Wacken”, contestó Diego.
“Ah,
no mamen. Yo ni nervioso, yo estaba cansado”
“Ah,
bueno. Es que personalmente el viaje estuvo accidentado. Pero no tanto como el
de este güey o el del bajista que casi, casi no tocaron. Llegaron a la hora que
no tenían que llegar, nos perdimos en el aeropuerto, mi guitarra no llegó… Fue
un desmadre. Todos llegamos de milagro. En el Wacken tienen previsto que
llegues seis horas antes de que empiece; nosotros llegamos hora y media antes.
Pero eso no nos impidió nada.”
A manera de cierre, se le preguntó a Diego
acerca del futuro de Voltax, a lo que contestó de nuevo con la fórmula que han
venido siguiendo y que les ha traído gratas recompensas: ir avanzando poco a
poco, paso a paso, con los pies bien puestos en el suelo pero con la mirada muy
en lo alto.
Aproveché el momento en el
que Diego regresó a su puesto con mercancía después de terminar la entrevista
para comprarle una playerita de Voltax y para seguir escuchando un poco de su
experiencia cuando formó parte de la alineación de Strike Master.
El patio de la preparatoria
era un cuadrado pequeño cubierto y rodeado de cemento; de grises salones. El
escenario fue improvisado sobre el techo de la bodega ya mencionada, el cual
estaba iluminado por un par de reflectores y unas cuantas luces de colores.
Voltax colonizó el escenario
por ahí de las nueve de la noche para cerrar el festival con broche de acero.
Por razones misteriosas los reflectores estuvieron en huelga durante la última
presentación, así que la vista del público no tuvo más remedio que valerse de
las lucecillas de colores colocadas detrás del escenario, las cuales
propiciaron un interesante juego de luces y sombras; las lóbregas siluetas de
los músicos eran entornadas por llamas verdes, rojas y azules.
“Esta es una noche infernal
de mucho metal, cabrones”, exclamó Jerry, cual grito de guerra que convocó a
toda la milicia presente – armada con puños, piernas e incluso arietes humanos
– a desencadenar un mosh pit
extendido a todo lo largo y ancho del espacio, que encontró su momento climax
durante sus clásicos Acero Inmortal y Midnight Wheels.
Con trancazos, aventados,
vómito y mucho headbanging fue como
terminó la noche. Una noche llena de mucho metal con el más alto voltaje.
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