jueves, 31 de marzo de 2016

Juntos (pero no revueltos)

La comunidad alternativa es amplia. Muy amplia. Amplísima. Evidentemente es una minoría, pero es una colectividad que se ha diversificado sin parar desde sus inicios, lo sigue haciendo y lo seguirá haciendo.

Las personas alternativas – como su nombre lo indica – son quienes adoptan un estilo de vida alterno, distinto al aceptado/impuesto por el grueso de la población. Este término abarca a rockeros, góticos, metaleros, punketos, lolitas, otakus, emos… y etcétera, con todas, tooodas las subdivisiones existentes en cada grupo. Destaco que lo alternativo no sólo abarca a “entes oscuros”, si no a cualquier estilo de vida que traspase lo convencional, al menos yo lo considero así.

Los factores que impulsan a un individuo a alejarse de los estándares comunes son personales y muy variados. Esto no es una ciencia y no presenta fórmulas invariables. Pero, en general, este cambio sucede cuando la persona no se identifica con las condiciones de su contexto, cuando están inconformes con él. Así lo dejo a grandes rasgos, porque ahorita el plan no es redactar un tratado psicológico/antropológico/sociológico (ay, ay) acerca del perfil de los alternativos. Sólo era necesario definir un poco el concepto para encontrarnos todos en la misma sintonía.

Ahora, el hecho de que tal vez no simpaticen del todo con la forma en la cual se hacen las cosas comúnmente NO quiere decir que no sean capaces de hacerlas o que no sepan adaptarse. En el fondo todos estamos hechos de lo mismo. Creo que no me arriesgo demasiado al afirmar que lo ideal sería que el resto de la población siguiera considerando a esta comunidad como diferente, pero sí con la idea de que esta diversidad podría enriquecer nuestra experiencia como sociedad. Las minorías excluidas ofrecen la posibilidad de expandir nuestro panorama con ideas poco usuales.

No planteo que las almas que se salen del molde valgan más y tengan más que ofrecer que las “personas “comunes” (esa clasificación no me gusta; en otra entrada les platico por qué). No, no. Esa aseveración le patearía directito la cara a esto de no discriminar, porque nunca se debe discriminar a un grupo en defensa de otro.


El mundo se vuelve bastante rico cuando se les permite a sus ciudadanos conservar su individualidad y demostrar sus habilidades en el campo adecuado. (Sí, o sea, tampoco se trata de: “¡Déjenme hacer lo que sea que yo quiera! ¡Libertad! ¡YOLO!”. También por algo existe el orden.)

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Si te interesa leer las demás entradas que he escrito en contra de la discriminación de personas alternativas, da click aquí para revisar la lista completa de textos.

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